Durante el festival Trayectos, Lucía Reula guió el taller La ciudad Inconsciente, en el que Enacción Danza realizó dos derivas o recorridos creativos por las calles de Zaragoza.
Este proceso de exploración artística se inspiró en la Teoría de la Deriva, propuesta por Guy Debord, en el marco del movimiento situacionista surgido a finales de los años 50. La Teoría de la Deriva supone un llamamiento a vagar y dejarse llevar, trazando recorridos psicológicos según las diversas experiencias urbanas, y abandonando actitudes condicionadas por criterios económicos y utilitarios.
Durante el recorrido los cuerpos se apropiaron de los espacios, los transformaron por medio de la imaginación y crearon una geografía invisible a base de recuerdos y emociones, a través de la incorporación de elementos como la sorpresa, la provocación o la contemplación.
El trabajo con Lucía Reula previo a la intervención urbana, consistió en la preparación de una pequeña producción artística, basada en miniseries coreográficas. Estas pequeñas piezas, eran permeables al ambiente y flexibles a los ajustes creativos propios de cada espacio. Podían sufrir cambios muy sutiles o inmensos dependiendo de los elementos en torno a ella. Se proponía ser consciente de lo que pasaba en cada momento, de lo fugaz, de lo imprevisible y de la arquitectura que rodeaba al grupo. La propuesta permitió ver lo que sucedía cuando una pequeña serie de movimientos eran introducidos en un entorno urbano y resultaban modificados en función del momento y el lugar.
Además, se trabajaron ejercicios de movimiento desde estímulos interiores o exteriores, a través de la escucha a uno mismo, al otro y al grupo. Otras pautas para la investigación fueron la pausa, la conciencia de la composición general y el apoyo de las propuestas generadas por el conjunto.
Finalmente las derivas que surgieron de todo este trabajo fueron completamente diferentes entre sí. La primera de ellas, en una tarde de intensa lluvia, fue una deriva íntima y personal, y la segunda de ellas, en una tarde soleada, resultó ser una deriva social y compartida.
Los recorridos de la primera deriva, que se encontraron con paseantes bajo paraguas en la calle, fueron serpenteantes, y se desarrollaron a través de pasajes y terrazas. En ella se incorporaron personajes particulares que lograban componer una improvisada escenografía con su mera presencia.
El recorrido de la segunda deriva, fue una línea recta que avanzaba lentamente a través de la calle Alfonso hacia el Pilar, interactuando con público y establecimientos.
En unos días compartiremos con vosotros la grabación de La Ciudad Inconsciente. Y en una segunda fase de este trabajo se recogerán las conclusiones del grupo, se trazarán los mapas emocionales que surgieron en las derivas, y se propondrán ideas alrededor de este concepto…
Quién sabe si pronto veremos nuevas derivas por las calles de Zaragoza…
Foto: Marta Aschenbecher