Patrizia di Monte y Nacho Grávalos, en la parte teórica, ofrecieron una visión arquitectónica a través de diferentes espacios y un recorrido por aquellos lugares en los que se lograron plasmar las intuiciones, las ideas y las emociones de una época determinada.
Lucía Reula, en la parte práctica del laboratorio, invitaba a experimentar a través del movimiento con los diversos espacios que convivían en pocos metros cuadrados: el espacio personal, el espacio social y el espacio público.
Los bailarines y estudiantes de arquitectura asistentes al Laboratorio, investigaron en torno a la noción de espacio moderno y del cuerpo que se mueve y lo recorre.
A través de un coloquio final, el grupo compartió sus reflexiones acerca de cómo los espacios influyen sobre nuestros movimientos. Luz blanca, suelo liso, techos altos y muebles plegables de papel, habían generado improvisaciones lúdicas e inspiradoras en la Plaza Activa de la antigua Azucarera.
Foto: Marta Aschenbecher.
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