Danzagrafiando en la Plaza del Pozo

Hace unas semanas os hablábamos de Das Detroit Projekt, una iniciativa en la que Trayectos ha colaborado con estonoesunsolar, Festival Asalto, Etopía y Grupo de Estudios Metropolitanos A Zofra, en un proyecto de  «Ciudades Opel», liderado por el Schauspielhaus Bochum desde Alemania.

Durante nuestra experiencia en Bochum, A Zofra escribió este texto a partir de un taller de Danza Comunitaria que compartimos en el barrio de Hustadt. Esperamos que disfrutéis con su lectura tanto como nosotras.


No es novedad tener en cuenta que la danza puede hacer emerger una percepción distinta del espacio en donde tiene lugar. Y buena parte de su potencial transformador proviene de esta oportunidad que ofrece, tanto a bailarines como a público, para facilitar opciones de cambio positivo en escenarios abiertos o poco convencionales. Pero queda mucho por explorar acerca de lo que la interacción entre danza e investigación social puede aportar al conocimiento de estas cuestiones.

En este texto queremos comenzar a explorar este campo de conocimiento híbrido a partir de los resultados de una práctica de observación participante en una actividad de danza urbana en la que lo corporal, lo espacial y lo sociocultural resultan inseparables.

Era sábado por la mañana y lucía el sol en la Brunnenplatz (la plaza del Pozo) de Hustadt, un barrio tranquilo a las afueras de Bochum, una ciudad alemana de mediano tamaño en la cuenca del Rhur.

Gracias a curiosas circunstancias, dos integrantes del Grupo de Estudios Metropolitanos A_Zofra tuvimos la ocasión de participar en una de las acciones de danza comunitaria que el Festival Trayectos estaba llevando a cabo para la confección de su Mapa Coreográfico de Bochum. Hubiera sido imperdonable perder esta fantástica ocasión de observar participadamante una actividad dancística en el espacio urbano, así que tomamos algunas notas y algo después elaboramos con ellas unas reflexiones que tal vez puedan ser de interés.

Una de nuestras primeras conclusiones, no por obvia menos importante, fue el papel determinante que jugaba la propia configuración espacial de la plaza. Además, su detallado conocimiento por parte de la población local (niños y niñas fundamentalmente) les hacía partir de un control espacial que se prolongaba de manera espontánea en un fuerte sentimiento de confianza respecto a su entorno. Estábamos en un lugar “situado”, y los niños y las niñas de la zona eran quienes más claro lo tenían.

Otra cuestión que quedó bastante evidente fueron los diferentes agentes y procesos que facilitaban la agregación de las personas a la actividad y, en última instancia, la conformación efímera de una pequeña comunidad de acción. A ello contribuía la existencia de diversos canales de comunicación (el gestual o corporal, el verbal en lengua alemana, o el visual-gráfico de las camisetas con el logotipo de la actividad), el protagonismo de elementos trasculturales como el juego, la risa y las acciones corporales (entre ellos los abrazos que unían literalmente a las personas, los aplausos que manifestaban un reconocimiento mutuo positivo, y otros gestos realizados al unísono fueron de los más significativos), así como la participación de un agente local muy activo y querido en el barrio.

También salieron a la luz algunas tensiones inherentes a la condición de espacio público de la plaza en la que se desarrollaba la actividad. Se pudo comprobar, por ejemplo, cómo en este espacio los habitantes del lugar tenían clara conciencia de su libertad para integrarse o no en las dinámicas de danza y participación que estaban teniendo lugar. Se mostró su ambivalencia como lugar de paso y, al mismo tiempo, lugar para estar. Se manifestó también la condición generizada de este espacio según la cual, tal y como ocurre en muchos otros casos (1) y aunque de manera no rígida, los niños tendían a ocupar posiciones centrales mediante el uso de la pelota mientras las niñas ocupaban más bien posiciones periféricas. Y aunque no fue posible describir con detalle este proceso, sí se pudo llegar a intuir la coreología (2) implícita en la posición y desplazamiento de personas y grupos a lo largo y ancho de la plaza a partir de una sutil comunicación presencial, postural y gestual que parece responder a pautas tan definidas como compartidas.

La propia condición de espacio exclusivamente público de la plaza se vio problematizada teniendo en cuenta la íntima unión entre plaza y viviendas que la rodean, pensando el espacio público como escenario hacia el que se mira pero desde el que no es posible ver con claridad a todo el que mira. De hecho, al menos para parte de la población local no quedaba nada claro el límite entre espacio público de la plaza y espacio privado, especialmente el de los apartamentos de la planta calle. De manera paralela, para las responsables de la actividad este límite era mucho más nítido aunque el que fuera atravesado por la población local se percibía de manera contradictoria dándole un valor positivo como prueba de confianza o uno negativo si ponía en dificultades la realización de algunas acciones propias del ámbito privado.

Aplicar al respecto la teoría sociológica (3) que explica toda interacción social como metáfora de una representación teatral aportaría seguramente en este caso nuevas interpretaciones de interés.

Grupo de Estudios Metropolitanos A_Zofra – @a_zofra

1_ http://www.diariovasco.com/sociedad/201405/24/colegios-reorganizaran-patio-para-201405240916.html

2_ http://manueldelgadoruiz.blogspot.com.es/2013/12/cuerpos-y-miradas-la-etnografia-urbana.html

3_ http://es.wikipedia.org/wiki/Erving_Goffman

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Imágenes del taller de Danza Comunitaria en HuStadt.

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