Espacios que no vi Grávalos y Reula

2013

Se vincula danza y arquitectura, a través de una reflexión sobre cómo el arquitecto crea un espacio, pero después el artista-bailarín lo reinterpreta, se lo apropia y crea un segundo espacio.

El 27 de Junio comenzaba el festival Trayectos, con el Taller de Danza y Arquitectura, “Espacios que no vi” en el Digital Water Pavilion, de la mano de Ignacio Grávalos en la parte teórica y Lucía Reula en la parte práctica.

Ese mismo día fue publicado el artículo “Cartografías invisibles: espacios, trazas y huellas en la danza contemporánea” en el suplemento “Artes & Letras” de Heraldo de Aragón, de Ignacio Grávalos, arquitecto yprofesor de la Escuela de Arquitectura de la USJ. Se trataba de una reflexión sobre la danza contemporánea en el paisaje urbano.

Os dejamos aquí las sensaciones de Lucía Reula durante el taller, la transcripción del artículo de Ignacio Grávalos y unas imágenes de lo que fue el taller. Muy pronto, compartiremos con vosotros el vídeo que grabó Yago de Mateo.

La idea de realizar un taller de danza y arquitectura en el Digital Water Pavilion resultaba muy sugerente por las características del edificio, las cortinas de agua interactivas, y la disposición del mobiliario urbano en el espacio. Sin embargo, también suponía un gran desafío debido a la rugosidad del suelo (que impedía resbalar y bailar descalzo), a la dificultad de transmitir pautas (dado el ruido que producía la cascada), y a la presencia de dos bloques habitables que interrumpían el área diáfana.

Lucía Reula se propuso transformar los obstáculos en posibilidades, de manera que diseñó el taller desde una perspectiva más sensitiva que coreográfica. Así, se propuso a los participantes explorar el lugar y el momento, y jugar con el espacio interno y externo. Para ello, se lanzaron juegos individuales y por parejas, en los que se podían cerrar los ojos y dejarse guiar para explorar y reconocer los elementos y materiales del edificio.

Para contrarrestar la dificultad de la dispersión de sonido, las pautas eran dadas al oído, en vez de darlas de manera general a todo el grupo. De esta manera, se contribuía a la dualidad entre espacio íntimo y público y se mantenía el ritmo de propuestas a nivel general.

Así, fueron sucediendo pequeños eventos coregráficos entre los componentes del grupo, diversos en edades y experiencia previa en danza. Entre ellos se encontraban los bailarines profesionales Los INnato, bailarines semiprofesionales, actores, profesores, improvisadas bailarinas sin ninguna experiencia previa en artes escénicas, bailarinas en edad escolar, y la propia guía del taller.

Todos los participantes crearon un bonito ambiente de escucha que sirvió para lanzar propuestas lúdicas, grupales e individuales, y que terminaron con un aplauso de los asistentes y el público.

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